En algunas
tardes grises, de viento frio, en el mes de noviembre te recuerdo y porque no
reconocerlo, me siento triste y solo, ¡no
se! esta terca obstinación de la mente de recordar a un viejo fantasma, que
durante todo este tiempo se tuvo que haber diluido como el aromático humo de café en el
antepenúltimo mes del año que se va.
Ya
no estas, bebí mil tazas de café, para que regresaras a mi lado, pero tu
presencia si se diluyo como humo de café fantasma, bebí la última taza del extraño café, sentado
en la banca de la esperanza del parque de nunca jamás, al frente del jardín de
mis sueños y no regresaste a mi lado y
en las noches de insomnio por la cafeína consumida de mil tazas de café aromático,
al fin comprendo que no soy tu prospecto, nunca lo fui, ¡pero que tonto! Tantos noviembres para aceptar la realidad,
que no estas, te fuiste para siempre,
nunca más aparecerás, ¡estas muerta! Y yo estoy solo como siempre.
Eres
el café fantasma que por las noches de
luna clara merodea los jardines oscuros de la mente de un extraño vagabundo que recuerda con nostalgia, lo imposible, en un noviembre
frio, sin regreso, reconozco que no soy lo que esperabas, pero en mi mente
frágil cree pensar que me extrañas y lloras, oculta en la oscuridad de las noches frías de
los noviembres que no terminan al lado de tu adinerado marido.
En los
vientos fríos de noviembre espero que regreses, camino por el parque del nunca
jamás, alucinando que te encuentro, y cuando te tengo enfrente, me preguntaras,
¡qué tal estas!, ¡como de costumbre!, y yo responderé, ¡bien gracias!, ¡como de costumbre!, pero no té reconoceré, que
este triste corazón, extraña tu aliento y tu sonrisa, tal vez, es mi cobardía no
reconocer ante tus brillantes ojos cafés, que los vientos fríos de las tardes
grises de noviembre me recuerdan a ti, te busco en las penumbra, en las sombras
de los transeúntes y no estas, en el parque del nunca jamás.
Autor: Martin Cabañas