Mario,
un burgués enamorado de una guerrillera llamada Victoria, se enfrasca en la
aventura de buscar a su amada en las peligrosas y bellas montañas del Quiche,
para convencerla que abandone la lucha revolucionaria, él cree, sin duda, que
es una guerra inútil, sin sentido, en donde pelean hermanos, al final lo que
encuentra Mario, es la libertad absoluta.
“Buscando
a Victoria” no tiene ideología, como
dice el personaje de la novela el “viejo
chaman”, “La auténtica revolución es
la del Ser Interior”.
Es
así como la política y los que la ejercen se infiltra en el escenario de la guerra, listos para actuar,
los de antes, los de ahora, los de mañana, son viajeros en el tiempo, se
ajustan a las circunstancias, se esconden entre la sombra de los gobiernos, e
instituciones, se disfrazan y engañan
con su buen hablar ofreciendo esperanza, su fin, tomar el control del
confiado pueblo.
El
perdón, para el final, cuando ya se ha perdido demasiado, las personas
consientes comprenden que es cuestión de
tiempo que los actos buenos o malos regresen a nuestra vida.
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